
Es diciembre, ya todos andan comprando regalos para la navidad y yo no me excluyo.
Justo ayer terminé de comprar los míos y ya están envueltos y con su lazo encima, pero este año todo fue diferente.
Ayer mis dos hijos me acompañaron a envolver regalos y mientras los veía cortar papeles y cintas de colores me cuestioné muchas cosas. Mis hijos hoy tienen diez y cinco años y ya saben que mamá y papá, no tienen trineo, pero son los que compran los regalos.
Seré sincera contigo, hasta la navidad pasada disfruté de ver a mi hija feliz esperando la llegada del elfo. Ese elfo que se pasa una temporada en casa vigilando el comportamiento del niño para en la noche volar hasta el Polo Norte y contarle a Santa como anda la situación por casa de la familia Garcia Sainz.
Mi hija no lo tocaba nunca porque según la tradición, el elfo perdía la magia. Yo disfrutaba verla creer toda aquella historia y su ingenuidad e inocencia me llenaban de magia a mí. Esa magia se fue esfumando y no precisamente porque mi hija tocara al elfo o dejara de creer en la fábrica de juguetes del Polo Norte.
Esa magia se fue esfumando cuando mi madurez y mi nivel de conciencia con respecto a la crianza de mis hijos, me hizo abrir los ojos ante situaciones que más que bien, estaban haciendo mal.
Una de esas situaciones fue ver como mi hija me comentaba muy preocupada:
¿Por qué mi prima recibió tantos regalos si ella se porta tan mal?
¿A caso el elfo de ella no le dice a Santa sobre su mal comportamiento?
Esta pregunta me hizo pensar y cuestionar.
Nosotros los adultos que estamos criando hijos nos aprovechamos en esta época del año con la tradición de Santa y le decimos a nuestros hijos.
-Recuerda que si te portas mal no te traerán juguetes-
- A Santa no le gustan los niños que lloran-
Las cosas que nos inventamos para mejorar el comportamiento de nuestros hijos son muchas y eso solo demuestra la falta de recursos efectivos que tenemos.
También he visto como madres y padres ante un mal comportamiento o malas calificaciones, les prometen a sus hijos que no recibirán regalos en esta navidad y resulta que la promesa se olvida y el árbol navideño amanece lleno de regalos ese veinticinco de diciembre.
¿Con qué se queda el niño de todo esto?
Santa no es justo, le trae muchos regalos a niños que se portan mal.
Me puedo comportar como me dé la gana porque de igual manera, voy a recibir regalos.
La navidad es una época del año en la que se hacen regalos y nada más.
¿Qué es la navidad?
Pues es una festividad religiosa en la que los cristianos celebran cada 25 de diciembre el nacimiento de Jesus.
Pues resulta que, en la actualidad, la navidad es celebrada por muchas personas que no son cristianas y es desprovista de su motivo religioso.
Por todas estas razones, a mi hijo de cinco años le duró poco la magia.
Ya él sabe que mamá y papá compran los regalos y los envolvimos juntos mientras hablábamos de que esos regalos eran para dejarle saber a las personas especiales para nosotros, que las queremos mucho y las apreciamos.
Ya nunca más me he aprovechado de la navidad para corregir comportamientos de mis hijos. Ellos deben aprender a comportarse con mi ejemplo y por satisfacción propia, no buscando recompensas externas o materiales.
Las buenas notas en la escuela se buscan por crecimiento y satisfacción personal, no por regalos. Pero es que, sin querer, a todo le damos una connotación material y después nos quejamos de que los niños de hoy día cada vez quieren más y no están satisfechos con nada.
¿De quién es la culpa?
¿De la navidad?