
¿Qué pasó con la fe?
Si nos ponemos a observar y analizar a los jóvenes, será muy fácil darse cuenta de que falta algo, la fe. Esta observación no solo es relevante en jóvenes, sino a modo general en la sociedad.
La fe es esa conexión poderosa con esa energía o ser superior que puede tener el nombre que sea. La fe no necesita evidencias porque se manifiesta en la seguridad, la certeza y la convicción de que algo grande y maravilloso existe y que cada uno de nosotros formamos parte de esa magnificencia.
Esta pérdida de fe es el resultado de muchos cambios, algunos de ellos son. La sociedad moderna ha experimentado cambios en las prioridades, donde aspectos como el materialismo, la tecnología y el éxito profesional tienden a ocupar un lugar central, desplazando la espiritualidad y la fe. Los medios de comunicación, las redes sociales y la industria del entretenimiento, han moldeado en gran medida las creencias y valores de los jóvenes.
Por otro lado, está el avance de la educación y la ciencia, algunos jóvenes pueden sentir que las respuestas proporcionadas por la religión no son suficientes o no se alinean con su comprensión del mundo, lo que puede llevar a una disminución de la fe.
La iglesia, por su parte, también ha colaborado con la perdida de la fe con escándalos y controversias dentro de diversas instituciones religiosas. Esto ha contribuido a una desconfianza generalizada, afectando la percepción de la fe y su relevancia.
Muchos jóvenes están en una búsqueda constante de autenticidad y pueden no encontrarla en las estructuras religiosas tradicionales. Buscan experiencias espirituales más personales y menos institucionalizadas.
¿Será entonces que la fe no ha desaparecido, sino que se está transformando y adaptando a las nuevas realidades y contextos de la vida moderna?
Hoy te traigo este tema porque lo considero de suma importancia para la crianza de nuestros hijos, pero también para nosotros como seres humanos que andamos criando hijos. Cuando no tenemos fe, cuando no tenemos definida una filosofía de vida definida pues andamos como barcos a la deriva en el mar de la existencia humana, la vida.
Si hay algo que nos sirve de guía es nuestra fe o llamémosle ahora nuestra filosofía de vida. La filosofía de vida es un conjunto de creencias, valores y principios que guían nuestras decisiones y acciones cotidianas. Es una brújula personal que nos ayuda a navegar por la vida con propósito y coherencia y por consecuencia nos sirve de guía también con la educación y crianza de nuestros hijos.
Tener claro qué le da sentido a nuestra vida y trabajar para lograrlo es un motor impulsor maravilloso.
Definir nuestra filosofía de vida es identificar nuestros valores guías y vivir de acuerdo con ellos. Estos valores esenciales pueden ser la honestidad, la integridad, la compasión, la justicia o cualquier otro que resuene contigo. Tener clara tu filosofía de vida te facilitará conectar con tu fe, con tu sabiduría parental, y podrás ejercer tu labor como madre o padre con mayor armonía. Conectarnos con nuestra fe y con nuestro propósito es conectarnos con nosotros mismos y con nuestro yo superior.
Cada persona puede tener su propia filosofía de vida, única y adaptada a sus experiencias y aspiraciones personales. Mi invitación hoy es que definas la tuya y vivas acorde a ella. Tus hijos te verán, aprenderán, y aunque su filosofía de vida y su fe puedan no ser idénticas a las tuyas, lo importante es que ellos aprendan a tener la suya propia y vivan en coherencia con ella.
Un abrazo de Elisa