Cómo los límites pueden transformar tus mañanas y tu vida
Elisa Sainz • 29 de octubre de 2024

Cada mañana era igual. Miraba los minutos del reloj correr, y tenía la sensación de que, en las mañanas, el tiempo avanzaba más rápido solo para molestarme. Los niños, sin embargo, parecían estar en su propio mundo, como si todo ocurriera en cámara lenta. Yo no sé cuántas veces repetía: "¡Apúrense, que vamos a llegar tarde!", "Cómase el desayuno, vístete, dale, no te entretengas". A pesar de mis constantes recordatorios, todo parecía un caos interminable.


Al dejarlos en la escuela, ya estaba agotada, frustrada y abrumada por la misma rutina caótica que se repetía cada día. Mis mañanas se habían convertido en una batalla constante, y culpaba a mis hijos por la desorganización, las tardanzas y mi irritación. Pero, como descubrí más adelante, cuando un dedo apunta hacia ellos, tres apuntan hacia mi. La realidad era que la falta de límites y estructura en esas mañanas era mi responsabilidad, no la de ellos.


¿Cuál era el conflicto? Sin lugar a duda, el conflicto provenía de la ausencia de límites. 


Mis mañanas estaban siendo así de locas porque no había establecido límites claros ni expectativas para mis hijos y, para ser sincera, porque no me estaba haciendo responsable de mi propia organización. Mi deseo era sencillo: quería mañanas tranquilas, en las que todos pudiéramos salir de casa sin gritos ni estrés. Pero, una y otra vez, me encontraba en la misma situación caótica. Ahora te pregunto: ¿Cuál es tu deseo? 


El descubrimiento: Debía asumir la responsabilidad


La frustración me hizo detenerme y reflexionar. Me di cuenta de que, si quería mañanas diferentes, tenía que hacer algo diferente. Ese fue mi gran descubrimiento: que no podía seguir culpando a mis hijos por mi propio desorden y falta de planificación. Tenía que asumir la responsabilidad de lo que estaba ocurriendo y, sobre todo, tenía que establecer límites claros y consistentes.

Decidí que cada mañana tendría un horario específico para las actividades: el desayuno, vestirse, preparar las mochilas. Pude detectar que el mayor distractor era la pantalla, cualquiera, la de la TV, la del teléfono o la tableta. Si les permitía usar cualquiera de esos dispositivos electrónicos, fallaba por completo porque los sumía en esa embriagadora estimulación de imágenes de la cual es difícil de salir. Por lo tanto, quedó establecido que no se podía usar la tecnología hasta que no estuvieran listos para irse. Lo asombroso es que fueron capaces de hacerlo, mi deber era mantenerme firme y con lo establecido y junto con sus tabletas y el control del televisor, guardar yo también mi teléfono. Comencé a involucrar a mis hijos, a explicarles las reglas y a hacer que también asumieran pequeñas responsabilidades, adaptadas a sus edades. De esa forma, dejamos de correr detrás del reloj y empezamos a trabajar en equipo.


La transformación: Lograr el control y la paz


El cambio no fue inmediato ni perfecto, pero con paciencia, constancia y límites bien establecidos, nuestras mañanas se fueron transformando. ¡Y que bien se siente! No solo logramos ser más puntuales, sino que también recuperamos el disfrute de estar juntos al comienzo el día. Sentir que tengo el control y que mis hijos también se sentían seguros dentro de esa estructura fue un logro enorme. Aprendí que los límites no son solo reglas; son una forma de cuidar, de guiar, de darles a mis hijos la seguridad de saber qué esperar.


Mi propósito: Vivir en paz y ayudar a otros a lograr lo mismo


Mi propósito es vivir en paz y contribuir a que otros también puedan alcanzar esa sensación de bienestar. Mi camino no ha sido fácil, pero cada paso que doy hacia la responsabilidad y la organización me acerca más a esa paz. Quiero ayudar a otras familias a hacer lo mismo: a encontrar el equilibrio, a transformar el caos en orden, y a disfrutar de la crianza de sus hijos sin tener que sacrificar su tranquilidad. Hoy sé que lo que funcionó para mis mañanas también puede aplicarse a otros aspectos de la vida. Creo firmemente en el mejoramiento humano, en enfocarnos en lo bueno que cada uno tiene para dar y en el poder de la conexión y las relaciones humanas. Estoy aquí para compartir esta visión porque creo que, al ayudarnos a mejorar y establecer límites claros, no solo transformamos nuestro entorno, sino que también creamos familias más felices y conectadas.


Enfrentando los retos: Asumiendo la responsabilidad


¿Cómo enfrento los desafíos? Asumiendo la responsabilidad de mis actos. Dejé de culpar al mundo y empecé a preguntarme qué estaba en mis manos cambiar y qué debía aceptar. Comprendí que no podía controlar las emociones de mis hijos, pero sí podía controlar cómo yo reaccionaba ante ellas. Y eso, queridos padres, es lo que los límites nos permiten hacer: nos ayudan a responder de manera consciente, en lugar de reaccionar impulsivamente. Nos permiten ser responsables de nuestras acciones y ofrecerles a nuestros hijos un entorno seguro y predecible donde puedan crecer y desarrollarse.



La invitación: Aprender a establecer límites para evitar conflictos


Hoy, quiero invitarte a que explores conmigo la importancia de los límites. Te aseguro que establecer límites claros no es una tarea fácil, pero es una de las mejores cosas que puedes hacer por ti y por tus hijos. Vamos a aprender juntos cómo establecer límites de manera firme y respetuosa, para que la crianza deje de ser un campo de batalla y se convierta en un camino lleno de conexión y crecimiento.


Un fuerte abrazo 

Elisa Sainz Triana

Creadora del programa “Parents and Leaders”