Emociones y Responsabilidad: Aprender a separar lo que sentimos de cómo actuamos
Elisa Sainz • 22 de octubre de 2024

-“Le repetí tantas veces que apagara la TV y que se bañara, y como no me hizo caso, le grité enojada que era un irrespetuoso y de un tirón le arrebaté el control de la mano y lo lancé al suelo."


Esta escena refleja una situación que muchas madres y padres han experimentado. Todos tenemos esos momentos en los que nuestras emociones nos superan, y sentimos que perdemos el control, nos enojemos, gritemos, nos frustramos y, a veces, hasta ofendamos. Las emociones pueden ser como un fuego que se prende de repente, haciendo que erupcionemos como un volcán.


Sin embargo, hay algo importante que debemos considerar: la responsabilidad emocional.


A menudo escucho a personas justificar comportamientos impulsivos o hirientes diciendo: "Es que soy humano", "No pude evitarlo" o "Es normal reaccionar así cuando estoy enojado/a". No hace falta ir muy lejos, yo misma he usado esas excusas en el pasado. Pero algo que he aprendido en este recorrido de la vida es que, aunque nuestras emociones son válidas, nuestras acciones no siempre lo son.


La Importancia de la Responsabilidad


Un día, entendí que la responsabilidad no es simplemente asumir la culpa por lo que hacemos, sino más bien, la habilidad de responder adecuadamente ante las situaciones que se nos presentan. En otras palabras, es ser consciente de nuestras emociones y decidir cómo actuar frente a ellas. Desde que tuve esta comprensión, me di cuenta de que no estaba siendo completamente responsable.


Sentir enojo, frustración, tristeza o incluso miedo, es natural. Todas las emociones son válidas, no son ni buenas ni malas, simplemente existen. Pero nuestros comportamientos, que son la forma en que elegimos actuar cuando esas emociones se apoderan de nosotros, eso sí puede marcar la diferencia entre construir relaciones sanas o dañarlas.


Emociones Válidas, Comportamientos no Siempre


Es importante que empecemos a hacer esta distinción clara en nuestras vidas. Aquí algunos ejemplos:


  • Es válido sentir enojo: Es completamente normal enojarse cuando las cosas no salen como queremos o cuando sentimos que se nos falta al respeto. Pero lo que no es válido es permitir que ese enojo nos lleve a gritar, insultar o hacer daño a los demás.
  • Es válido sentir dolor: Todos pasamos por momentos de dolor emocional, y tenemos derecho a sentirlo y procesarlo. Pero no es válido usar ese dolor como excusa para tratar mal a quienes nos rodean o para herir a otros.
  • Es válido sentir desconfianza: La desconfianza puede surgir de experiencias pasadas, y es natural sentirla. Pero no es válido permitir que esa desconfianza se convierta en control excesivo o en acusaciones sin fundamento.


Separar Emociones de Comportamientos


Puede resultar complicado, pero la vida puede ser más rica y significativa si logramos hacerlo. Ser emocionalmente responsable implica reconocer y validar nuestras emociones sin dejar que dicten nuestras acciones. Significa que, aunque no tengamos control sobre lo que sentimos en el momento, sí tenemos la posibilidad de decidir cómo vamos a responder ante esos sentimientos. Yo diría que en eso consiste nuestra libertad, la única que tenemos, la de elegir como actuar.


No se trata de reprimir nuestras emociones o de negarlas, sino de aprender a manejarlas de manera que no causen daño a quienes amamos, ni a nosotros mismos. Es un proceso que requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, práctica. Pero la buena noticia es que cada vez que decidimos responder de forma más consciente, estamos dando un paso hacia adelante para mejorar nuestras relaciones y nuestra propia paz interior.


Ejercer el Control en Nuestras Reacciones


No siempre podemos prever cuándo nos sentiremos enojados, ansiosos o tristes. Las emociones aparecen de manera inesperada, a veces sin razón aparente. Pero sí podemos trabajar en controlar cómo reaccionamos ante ellas. Ese control es nuestra responsabilidad, y no hay excusa que justifique el daño que podamos causar al no saber gestionar nuestras emociones.


Aquí algunos pasos que pueden ayudarte a tomar el control de tus reacciones:


  1. Reconoce la emoción: Date permiso para sentir lo que estás sintiendo. Dilo en voz alta si es necesario: "Estoy enojado/a", "Estoy triste", "Me siento frustrado/a". Nombrar la emoción es el primer paso para gestionarla.


  1. Haz una pausa antes de actuar: Respira profundamente, cuenta hasta diez, aléjate por un momento si es necesario. Esta pausa puede marcar la diferencia entre una reacción impulsiva y una respuesta reflexiva.



  1. Busca el origen de tu emoción: Pregúntate por qué te sientes así. ¿Es realmente la situación actual la que te está causando este enojo, o hay algo más detrás? A veces, las emociones intensas son el resultado de situaciones acumuladas o heridas no sanadas.


  1. Elige cómo quieres responder: Esta es tu oportunidad para ser responsable, esa es tu mejor manera de ser libre. En lugar de dejar que la emoción te controle, decide qué acción tomarás que refleje tus valores y respete a los demás.



El Poder de la Responsabilidad Emocional


Aprender a manejar nuestras emociones y a ser responsables con nuestras reacciones es una habilidad fundamental, no solo para nuestra vida personal, sino también para quienes nos rodean. Como padres, como compañeros, como amigos, tenemos el poder de influir en el ambiente emocional que nos rodea. Al tomar responsabilidad de nuestras propias emociones y comportamientos, podemos construir relaciones más saludables, basadas en el respeto y la comprensión.


No se trata de ser perfectos, sino de ser conscientes y de esforzarnos por hacerlo mejor cada día. Porque al final, nuestra capacidad para gestionar nuestras emociones y responder adecuadamente es lo que nos define como seres humanos y es lo que enseñará a nuestros hijos a hacer lo mismo.