¿Cómo se alcanza el éxito?
Elisa Sainz • 24 de septiembre de 2024

3:15 de la madrugada. Abrí los ojos, sorprendida por lo que acababa de ocurrir en mi cabeza. Fue uno de esos momentos de '¡WOW!'.


Esa tarde había estado estudiando para la certificación en liderazgo en la que me inscribí hace unos meses. Entre los muchos textos que leí, una frase de Albert Einstein se quedó resonando en mi mente con fuerza: "Si no puedes explicarlo de manera sencilla, no lo entiendes lo suficiente."


Esta frase me impactó profundamente, porque justo el día anterior había estado filosofando sobre el éxito. Me preguntaba: ¿Cómo se alcanza el éxito? Pero las respuestas que me daba eran largas, complicadas y algo superficiales. Así que, cuando me topé con esa cita de Einstein, fue como si me dijera directamente: 'Elisa, tú no has entendido realmente el éxito.'


Esa frase se quedó conmigo, penetrando en lo más profundo de mi inconsciente, y fue lo que me despertó a las 3:15 de la madrugada, iluminada por una nueva comprensión.


El éxito, en su esencia, no es más que una consecuencia. Es el resultado de lo que damos a los demás. Así de simple. Al despertar, me di cuenta de que el éxito no se mide por lo que logramos o acumulamos, sino por cuánto hemos dado. Y me hice una pregunta clave: ¿Has dado lo suficiente, Elisa?


Sentada en la oscuridad de mi habitación, con esa pregunta rondando en mi mente, todo cobró sentido. Es la ley de la reciprocidad: lo que tengo hoy es fruto de todo lo que he hecho, lo que he pensado, estudiado y, sobre todo, de lo que he dado. Si quiero más, simplemente tengo que dar más. No más en términos de esfuerzo desmedido o sacrificio ciego, sino en términos de valor, dedicación y propósito.


Este principio, me di cuenta, es totalmente aplicable a la crianza también. Si quiero ser exitosa como madre, entonces el éxito se traduce en algo mucho más profundo que logros materiales. El éxito en la crianza significa formar hijos responsables, respetuosos, honestos, empáticos, capaces y autónomos.


¿Cómo se logra eso? Dando. No cosas materiales, sino tiempo, dedicación, consistencia, paciencia, empatía, liderazgo, respeto y, por supuesto, amor. Todo lo que deseamos ver en nuestros hijos, debemos darlo primero.


La realidad es que, como seres humanos, a menudo queremos ser exitosos sin estar dispuestos a pagar el precio. Pero la naturaleza es sabia: una planta no da frutos sin suficiente agua y sol. De la misma manera, no podemos esperar resultados si no hemos invertido lo necesario.


Es cierto, puede haber personas con mucho dinero que no han dado mucho, pero el dinero no es sinónimo de éxito. El éxito verdadero no está en tener, sino en ser. No se trata de acumular bienes, sino de construir una vida llena de propósito, de contribuir, de dar lo mejor de nosotros al mundo.


Así que, hoy te invito a hacerte esta pregunta: ¿Estoy dando lo suficiente para recibir el éxito que deseo? Recuerda que el éxito no es una medalla que se cuelga en el pecho, ni una cuenta bancaria que crece. El éxito es paz interior, abundancia emocional, agradecimiento y la certeza de que estamos aportando algo valioso a nuestra familia, a la sociedad, y al mundo.