Estrés y Distrés: No siempre es lo que parece
Elisa Sainz • 5 de agosto de 2025

He conocido a muchas madres que no paran. Madres que se mueven como helicópteros, están aquí, están allá, están en todas partes haciendo de todo. Cocinan, limpian, trabajan, resuelven problemas, cuidan, acompañan, están atentas a cada detalle. Y es común que desde afuera alguien pregunte: “¿Cómo puedes con todo?”, “¿Cómo haces tanto?”. A mí también me lo han preguntado muchas veces.


Pero ¿sabes qué? Hacer muchas cosas no siempre significa estar estresada. A veces asociamos el “tener muchas cosas que hacer” con estar al límite, como si la cantidad de tareas fuera el único indicador. Y no es así. El problema no está en cuánto hacemos, sino en cómo lo hacemos y, sobre todo, para qué.


En mi caso, hago mucho. Dirijo LOL House, que es un centro de cuidado infantil; acompaño a madres y padres en sesiones grupales e individuales sobre liderazgo en la crianza; escribo un blog cada martes; publico contenido en redes sociales; estudio; cuido a mis hijos; atiendo la relación con mi esposo; me atiendo a mí misma. Y aún así, encuentro tiempo para leer todos los días y para ver algún capítulo de una serie los fines de semana.


¿Trabajo? Sí. ¿Bastante? También. Pero lo que hago tiene sentido para mí, y eso lo cambia todo.


Lo que estoy experimentando no es ese estrés que agota, que consume, que desgasta. Es lo que se llama eustrés, una forma de estrés positivo que nos impulsa y nos motiva. El eustrés aparece cuando lo que hacemos está alineado con nuestros valores y propósito, cuando las tareas, aunque muchas, nos conectan con lo que amamos y nos sentimos plenas al hacerlas.


Entonces, cuando alguien me pregunta cómo puedo con todo, la respuesta es clara: porque lo que hago me gusta y no lo vivo como una obligación vacía, ni como una carga impuesta. No es algo que hago solo por dinero o por cumplir.


Ahora bien, si tú estás sintiendo distrés, ese tipo de estrés negativo que drena, que deja sin energía, que te pesa desde que abres los ojos, tal vez la clave no esté solo en reducir tareas, sino en revisar qué tipo de tareas estás haciendo.


¿Te llenan o te vacían?


¿Están conectadas con lo que quieres, con lo que eres, con lo que necesitas?


¿O estás sobreviviendo en piloto automático, cumpliendo una lista que no te representa?


Muchas veces no es la agenda la que necesita cambios urgentes, sino el alma. A veces lo que más nos cansa no es el hacer, sino el no encontrar sentido en lo que hacemos.



Por eso, si estás pensando en hacer un ajuste, no empieces por tachar actividades al azar. Comienza por observar con honestidad qué estás haciendo y por qué. Pregúntate si ese hacer diario refleja lo que tú quieres para tu vida.


La paz no siempre está en hacer menos, sino en hacer con más sentido.


Si esta reflexión te hizo pensar en tu propio ritmo de vida, cuéntamelo en los comentarios. Me encantará leerte.


Y si aún no formas parte de
mi comunidad de WhatsApp, únete en el siguiente enlace. Allí compartimos recursos, ideas y reflexiones que te ayudarán a vivir tu maternidad con más conciencia, conexión y liderazgo.


Nos vemos por allá 💛


Un fuerte abrazo


Elisa Sainz Triana