
Hace solo un par de semanas, salí de vacaciones con mi familia. Fue un tiempo maravilloso, lleno de risas y momentos juntos, pero también una oportunidad para detenerme y observar con atención a mis hijos. En especial, me fijé en mi hija mayor. Me di cuenta de cuánto ha crecido. La veo todos los días, y tal vez por eso no había notado que está dejando atrás su niñez y adentrándose en esa etapa compleja y fascinante que es la adolescencia.
La adolescencia, ese puente entre la niñez y la adultez, es un momento de cambios, de desafíos y de mucho aprendizaje, tanto para ellos como para nosotros, los padres. Esa observación me llevó a decidir que el blog de este año 2025 sería distinto.
En este blog, no voy a decirte qué hacer para manejar el comportamiento de tus hijos o cómo sentirte mejor. Este 2025, quiero compartir algo más personal: mi experiencia en busca de esa conexión tan necesaria que necesita una madre o padre con sus hijos.
Pero quiero dejar algo claro desde el principio: lo que escribo aquí no es una fórmula mágica, porque cada familia y cada hijo es único. Mi único objetivo es ofrecerte ideas, reflexiones y, sobre todo, inspiración para que conectes más profundamente con tus hijos, para que busques entenderles mejor y puedas sentir que estás haciendo lo mejor que puedes en este viaje maravilloso y retador que es la crianza.
Durante esas vacaciones, también me di cuenta de que hay muchos temas importantes que aún no he hablado con mis hijos. Hay tantas cosas que quiero enseñarles, pero que no han aprendido porque no he dedicado el tiempo suficiente para mostrárselas. Esto me llevó a definir mi propósito para este nuevo año: hacer una lista de las cosas que considero fundamentales, esas que quiero que mis hijos aprendan, y crear un plan de acción para transmitirles ese conocimiento.
Por ejemplo, a menudo, cuando hemos salido de paseo o hemos tenido un día especial, mis hijos dicen: "Este ha sido el mejor día de mi vida". En esos momentos, me doy cuenta de que debo preguntarles algo tan simple pero tan revelador: "¿Por qué crees que este es el mejor día de tu vida?". Y tal vez también preguntarles: "¿Cuál ha sido el peor día de tu vida y por qué?". Preguntas como estas abren puertas hacia su mundo interior, nos muestran cómo sienten y piensan, y nos ayudan a construir esa conexión profunda que tanto buscamos como padres.
Este blog será mi espacio para explorar estas ideas, para compartir momentos como estos y, quizás, para recordarte que no hay una forma única de hacer las cosas. Solo tenemos que intentarlo con amor, paciencia y la intención de conectar con nuestros hijos y enseñarles lo mejor que podamos.
En las conversaciones diarias con nuestros hijos, muchas veces nos enfocamos en corregir, enseñar o guiar. Pero, si somos honestos, no siempre estas son las charlas más amenas para ellos. Lo noto en las expresiones de mis hijos, y sé que necesito un cambio. Quiero hablar con ellos desde un lugar diferente, donde no solo me escuchen, sino que también se sientan escuchados.
Por eso, este año he decidido hacer preguntas que abran puertas, que nos lleven a conocernos mejor y a compartir momentos más significativos. Preguntas que permitan entender sus ideas, sueños y emociones, y que no solo sirvan para aprender más sobre ellos, sino también para fortalecer nuestra conexión.
Aquí te comparto una alguna de las preguntas que he preparado. No están aquí para decirte qué debes hacer, sino para inspirarte. Quizás algunas de estas preguntas puedan ayudarte a iniciar conversaciones con tus hijos y a descubrir más sobre ellos:
- ¿Qué admiras más de tu papá? ¿Y de tu mamá?
- ¿Qué tipo de música te gusta? ¿Cuál es tu canción favorita y por qué?
- Si pudieras escoger una comida para mí, ¿cuál sería?
- ¿Cuál es tu película favorita y qué te gusta más de ella?
- Si tienes hermanos, ¿qué es lo que más te molesta de ellos? ¿Y qué es lo que más te gusta?
- ¿Qué te gustaría hacer cuando seas grande y por qué?
- ¿Te gusta mi trabajo? ¿Sabes qué hace mamá o papá para ganarse la vida?
- ¿Qué es lo que más te gusta de nuestra familia?
- ¿Qué es lo más difícil de ser el hijo mayor (o el hijo menor)?
- ¿Qué te hace enojar fácilmente?
- ¿En qué te gustaría ser mejor?
- ¿Qué te hace llorar?
- ¿Cuál es una de las cualidades que más admiras de tus amigos?
- ¿Sabes cuánto te amo?
Preguntas simples, pero poderosas. Son pequeños momentos que pueden transformarse en grandes oportunidades para construir confianza y abrirnos al diálogo.
En mi caso, he decidido que este será un propósito para el 2025: conversar más con mis hijos, no solo para corregirles, sino para conocerlos. Porque quiero entender su mundo antes de que sea demasiado tarde.
Y tú, ¿qué preguntas harías a tus hijos? ¿Qué temas quisieras explorar con ellos? Este puede ser el momento perfecto para intentarlo.
Con cariño,
Elisa